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Esa tarde jugaba en el jardín de su casa cuando un vehículo con cuatro desconocidos en el interior se detuvo. Como si todo estuviera minuciosamente planeado, la tomaron en brazos, la metieron en la camioneta y se marcharon a toda velocidad.
La familia de Daisy, la perra de raza Labrador robada, estaba más que desconsolada e hizo todo lo que se le ocurrió para tratar de encontrarla. La historia incluso llegó a las noticias, tuvo el apoyo del actor Tom Hardy y motivó una petición al gobierno. Pero nada funcionó.
A medida que pasaban los años, las posibilidades de que Daisy volviera a encontrar el camino a su casa en Norfolk, Inglaterra, parecían escasas. Aun así, su familia nunca perdió la esperanza.
“No saber si estaba a salvo fue terrible para nosotros. Hicimos todo lo posible para encontrarla, incluso grandes pedidos en las redes sociales, que llegaron a todo el mundo”, dijo Rita Potter, la madre de Daisy, a la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (RSPCA, por sus siglas en inglés). “Guardamos una fotografía en la repisa de la chimenea y la mirábamos todos los días pensando en ella y dónde podría estar”.
Luego de varios años sin noticias y al saber que Daisy sería una perrita mayor, la familia comenzó a preguntarse si ya había fallecido. Hasta que una tarde, la RSPCA llamó con la noticia más increíble y maravillosa: habían encontrado a Daisy.
Mientras efectuaba una investigación de rutina, en el condado de Somerset, a más de 300 km de la casa de Daisy, la inspectora Kim Walters dio con un dato sorprendente. Un hombre se había puesto en contacto con la RSPCA: afirmaba que solo había tenido a Daisy durante un par de años pero que ya no podía pagar su atención médica, y voluntariamente la ponía al cuidado de la organización de bienestar animal.
Pero algo no cerraba en esa historia. Y Walters sospechaba que había información que el hombre estaba omitiendo. Después de escanear su microchip, la inspectora descubrió la verdadera identidad de la perra e inmediatamente se comunicó con su familia para darle la noticia que habían estado esperando durante ocho largos años.
“Me comuniqué con ellos y obviamente estaban sorprendidos, pero eufóricos al mismo tiempo”, dijo Walters en un comunicado de prensa. “Me contaron sobre todos los esfuerzos que habían hecho para tratar de encontrarla y lo devastados que estaban cuando se la arrebataron”.
Angustiada y abrumada al escucharlos y saber claramente cuánto amaban a su perra, Walters se sintió aliviada de poder llevar buenas noticias a la familia. “Fue genial decirles que podríamos llevarla de regreso a casa una vez que nos aseguráramos de que estaba lo suficientemente en forma para viajar y tuviéramos los arreglos necesarios para que se llevara a cabo el viaje de cuatro horas hasta su domicilio”.
Luego del control veterinario y de una serie de pesquisas en la casa donde Daisy había vivido durante el último tiempo, se llegó a la conclusión de que había sido utilizada para la cría en el patio trasero de la vivienda.
Estaba sucia, con algunas masas mamarias a controlar, una leve displasia de cadera y delgada por el desgaste de los partos sucesivos. Tan pronto como la limpiaron, la revisaron y le dieron el visto bueno para viajar, sus rescatadores finalmente la llevaron a casa, donde toda su familia la estaba esperando para recibirla con los brazos abiertos.
Tan pronto como Daisy bajó del auto, su cola comenzó a menearse sin control y su nariz olfateó todo a su alrededor. Recordó de dónde venía y supo que estaba en casa. Su familia la rodeó e inmediatamente comenzó a colmarla de todo el amor que había estado perdiendo a lo largo de los años, y se derritió en el abrazo de su madre. Nunca la olvidaron y, claramente, ella tampoco los olvidó.
Daisy ya está en casa y se está adaptando. Ahora tiene 13 años, pero sin importar cuánto tiempo le quede, su familia se siente reconfortada al saber que estará segura y será amada con ellos por el resto de su vida.
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