Los gatos, a diferencia de los perros, suelen tener una personalidad mucho más reservada. Se caracterizan por su independencia, su capacidad de adaptación a distintos entornos y su tendencia a establecer límites claros con las personas y otros animales. Además, su lenguaje corporal es más sutil, y su afecto suele manifestarse de maneras menos evidentes, como el parpadeo lento o el ronroneo. En relación con esto, sus muestras de cariño pueden parecer más limitadas, lo que genera una duda: ¿realmente entienden cuando los llamamos por su nombre? Un estudio ofreció detalles importantes que vale la pena considerar.
Se trata de una nueva investigación publicada en la revista Scientific Reports, liderada por Atsuko Saito, psicóloga de la Universidad Sofía de Tokio, que demostró que los gatos sí reconocen sus nombres, incluso cuando son pronunciados por una persona desconocida.
“Adoro los gatos. Son adorables y egoístas. Quieren que los toques, se te acercan, pero cuando quieren que los dejes solos, se van”, comentó Saito sobre su experiencia con estos animales tan particulares.
La investigación realizada por Atsuko Saito y su equipo en la Universidad Sofía de Tokio analizó cómo los gatos reaccionan al escuchar su propio nombre, incluso cuando es pronunciado por personas que no conocen. Para ello, los expertos llevaron a cabo pruebas tanto en hogares como en cafeterías donde conviven múltiples gatos.
Durante los experimentos, pidieron a los dueños y a extraños que llamaran a los gatos por su nombre, mientras registraban en video sus reacciones. Asimismo, los científicos prestaron especial atención a señales sutiles de reconocimiento, como movimientos de orejas, cabeza o cola, que indicarían que identificaban su nombre entre otros sonidos.
Finalmente, los resultados mostraron que los gatos no solo respondían a sus dueños, sino también a desconocidos, lo que sugiere que aprendieron a asociar su nombre con recompensas, como caricias o comida.
Además, demostraban una respuesta significativa incluso después de escuchar nombres similares o los de otros gatos con los que comparten espacio. Sobre esto, Jennifer Vonk, psicóloga cognitiva de la Universidad de Oakland en Míchigan, destacó la calidad del estudio y compartió su propia experiencia: su marido solía pronunciar una serie de nombres en tono cantado para observar las respuestas de sus mascotas, quienes, en la mayoría de los casos, no reaccionaban, lo que refuerza la idea de que los gatos reconocen su nombre, pero eligen cuándo responder.
Es importante tener en cuenta que, a diferencia de los perros, los gatos no muestran respuestas tan entusiastas cuando escuchan su nombre. Esto se debe, en gran parte, a su historia evolutiva. Mientras que los perros fueron domesticados durante siglos para ser obedientes y receptivos, los gatos se autodomesticaron al seguir a los roedores hacia los asentamientos humanos.
Además, los perros tienen una ventaja evolutiva de aproximadamente 20.000 años en su relación con las personas, lo que permitió que su socialización sea mucho más sencilla.
En relación con esto, los expertos destacaron que en las escuelas de adiestramiento una de las primeras lecciones que aprenden los perros es a reconocer su nombre y responder cuando son llamados, algo que se refuerza con paseos, interacciones con extraños y el uso de recompensas. En cambio, los gatos tienden a quedarse inmóviles en entornos desconocidos o cuando llegan visitas.
Sin embargo, Saito señaló que los gatos domésticos aún evolucionan en su relación con los humanos. Hasta hace unas décadas, la mayoría pasaba gran parte del tiempo fuera de casa y solo regresaban en la noche o cuando el clima no era favorable.
Ahora, con más gatos que viven en interiores y conviven estrechamente con sus dueños, es posible que su capacidad para interpretar y responder a nuestras señales continúe desarrollándose.